El hombro doloroso es una de las causas más frecuentes en la consulta reumatológica diaria; afecta al 25% de la población en algún momento de su vida y predomina en personas de edad avanzada y en las que realizan esfuerzos físicos habituales. Más del 90% de los hombros dolorosos se deben a problemas localizados alrededor de la articulación, tendones (tendinitis, roturas tendinosas), bolsas serosas (bursitis), ligamentos y músculos. El 10% de los hombros dolorosos se deben a problemas dentro de la articulación (artritis, artrosis).

 

Causas.

Las causas son poco conocidas y parecen depender de una combinación de factores como el desgaste o degeneración de los músculos o tendones. Esta degeneración es más frecuente con la edad y con los trabajos duros.

 

Síntomas.

El dolor de hombro es el síntoma cardinal. Generalmente duele más por la noche y al mover el brazo. El dolor puede irradiarse a todo el brazo y la mano. Puede aparecer una disminución de la movilidad del brazo. Si el dolor dura mucho tiempo y no ha sido tratado correctamente, ocasionalmente puede aparecer un “hombro congelado”, que se caracteriza por dolor y disminución global de la movilidad del brazo.

 

Diagnóstico.

El diagnóstico se basa en las características clínicas del dolor y en la exploración del hombro. Generalmente la radiografía no es de gran ayuda ya que las lesiones suelen encontrarse alrededor del hueso. Sin embargo, la ecografía puede detectar muy bien la lesión responsable del dolor, sea una bursitis, una tendinitis, una calcificación del tendón, una rotura tendinosa…

 

Tratamiento.

En la fase aguda del dolor es importante mantener la articulación en reposo, evitando los esfuerzos y los movimientos que favorezcan el dolor. Nunca se debe inmovilizar completamente la articulación con vendajes o escayolas. La aplicación de calor o frío puede ser útil en algunos casos. Los analgésicos o antiinflamatorios ayudan a controlar el dolor. Según la intensidad y la causa del dolor, se puede obtener una gran mejoría con una infiltración en la zona lesionada (inyección de una mezcla de esteroides y anestésicos). La infiltración siempre debe ser realizada por un médico especialista.

Para evitar las recurrencias es importante aprender a proteger los hombros en el descanso nocturno, en las tareas domésticas y en el trabajo. Hay que evitar dormir con los brazos elevados, evitar movimientos repetidos del hombro con el codo alejado del cuerpo sin apoyarlo y hay que evitar trabajar con los brazos por encima de la cabeza. Además se deben realizar a diario, unos ejercicios recomendados por el médico o el fisioterapeuta para fortalecer los músculos y aumentar la movilidad del hombro, con la finalidad de evitar un nuevo hombro doloroso.